El otro día leí una deliciosa entrevista a Alessandro Costacurta. Probablemente solo lo recuerden los buenos aficionados al fútbol de hoy y los de hace ya un tiempo. Costacurta fue uno de los defensas míticos de aquel Milan de Sacchi.
Hemos asistido estos últimos años a una hegemonía del fútbol español, primero con el Madrid de Zidane y luego con el Barça de Guardiola. Siendo mucho mejor la máquina azulgrana, el Madrid que se forjó en aquella época fue una delicia, era un equipo de videojuego. Hacían jugadas con la pelota que solo te imaginas y las puedes hacer en las videoconsolas. El Barça de Pep es el mejor equipo que se ha visto nunca. Quizás haya habido otros mejores en ataque, más imaginativos, otros mejores defensivamente o fisicamente (como aquel Chelsea de Mourinho, impresionante), pero ninguno ha sabido ser tan equipo como el Barça de Pep: en ataque, en defensa, a nivel individual y sobre todo a nivel colectivo. Y todo eso con una circulación de pelota como jamás nadie.
El caso es que si un equipo le puede ganar a este Barça histórico es el Milan de finales de los 80 y principios de los 90. El Milan de Sacchi fue la máquina de fútbol más perfecta jamás concebida. Sacchi llegó al club Rossonero de la mano de Berlusconi en un país donde defender no es un modo de entender el fútbol, es un modo de entender la vida. Un país que inventó el Catenaccio como supervivencia ante el resto de equipos y que ha vivido años álgidos y décadas prodigiosas, siendo el fútbol de Europa más dominante, por calidad técnica y táctica. Sacchi llegó y cambió la historia del Milan como la cambio Cruyff en el Barça. Los dos desde una misma perspectiva, la de ser los protagonistas del partido. Milan y Barça siempre tenían la pelota, unos porque no la perdían casi nunca, los de Cruyff, y otros porque la recuperaban al instante, los de Sacchi. Controlaban la pelota y sobre todo, controlaban el partido. Más los milanistas que los catalanes.
Sacchi aterrizó en San Siro y decidió que la defensa tenía que vivir en el medio del campo, que los centrocampistas tenían que ser unos virtuosos de los pies (técnicamente buenísimos), unos virtuosos del físico (fuertes, espigados e incansables) y unos virtuosos de la cabeza (tácticamente perfectos). Y que los delanteros, que los delanteros hicieran lo que pudieran, Van Basten y tal. Lo consiguió.
Aquel once te ganaba por todo y lo hacía de memoria: Galli, Tasotti, Baresi, Costacurta, Maldini en la retaguardia. Ancelotti, Rijkaard, Gullit, Donadoni, Van Basten y otro jugador que fue cambiando con el paso de los años y dependiendo de quien fuera el técnico. Cuando llegó Capello introdujo a Savicevic, Desailly, Papin...pero todo era el mismo Milan. Era la misma máquina, con la misma filosofía y otras piezas.
Lo jubiló en la final de la Copa de Europa del 95, el Ajax de Van Gaal. Un equipo del que también podríamos hablar un día(Van Der Sar, Dani Blind, Reiziger,Frank De Boer, Bogarde,Seedorf, Ronald De Boer, Litmanen, Finidi, Overmars, Kluivert...). Le ganó 1-0 y allí el Milan pasó un lustro de penurias, luego en el 2000 empezó a cambiar de nuevo la historia y a armar un equipo que ganó dos Copas de Europa en 5 años.
Los 6-7 años que duró aquel Milan ganó 4 Scudettos, 3 Copas de Europa (una de ellas arrollando al Barça de Cruyff en un partido histórico, 4-0), 2 Supercopas de Europa, 3 Intercontinentales y lo más importante, el recuerdo en todo los aficionados del equipo más perfecto jamás visto.
Leyendo al bueno de Costacurta me hace gracia una de las declaraciones de la entrevista: "Sacchi nos prohibía hasta reírnos". Aqui os dejo un extracto. Si sois unos románticos del fútbol abrid bien los ojos...
P. ¿Tassotti, Baresi, Maldini y usted se veían fuera del campo?
R. Yo salía y lo sigo haciendo ahora solo con Maldini. Tassotti y Baresi, en aquella época, estaban casados ya y nos llevaban siete años. Paolo y yo íbamos a ligar en las discotecas, pero ellos no podían seguir nuestro ritmo.
P. ¿Quién gritaba más?
R. Baresi. En realidad, éramos más de gritarnos en los entrenamientos. Con los automatismos que teníamos, sobraba hablar.
P. ¿Eso se trabaja o es natural?
R. Se trabaja. No hay otra manera de conseguirlo que los entrenamientos. [Arrigo] Sacchi creía mucho en eso. En los cinco primeros meses nos tenía allí una hora más al día a los cuatro.
P. ¿Qué hacían?
R. Colocaba a los delanteros y nos hacía repetir una y otra vez el fuera de juego. No paraba. Insistía en la protección del balón, en doblar el marcaje y apoyarse en el compañero más cercano.
P. ¿Era un pesado?
R. Sí. Sobre todo, al principio. Imagínese a jugadores de la calidad de Baresi y Maldini trabajando el más mínimo detalle día tras día. Era una situación difícil de entender para gente de ese calado. Estaban acostumbrados a parar al rival con la fuerza y el talento. No les hacía falta nada más. Vete tú a explicarle que hacían falta más cosas, como conseguir los automatismos. Llegó un momento en que lo entendimos... ¡Qué razón tenía!
P. ¿Cómo eran las concentraciones con él?
R. Muy pesadas. Exigía concentración desde el día antes. No quería ni que nos riéramos en las cenas. De alboroto, nada.
P. ¿Y con Fabio Capello?
R. Era más sencillo. Nos hacía reír. Quería concentración, pero solo una vez llegados al estadio. Hasta la entrada del vestuario podíamos reír y bromear. Con Sacchi eso no se podía hacer.
P. ¿Lo hablaron alguna vez?
R. Claro. Él estaba totalmente convencido y, muy a nuestro pesar, viendo los resultados, tenía razón. Con Sacchi y sus reglas ganamos jugando un fútbol bonito. Con Capello ganábamos, pero quizá no con un fútbol tan bello. Es complicado ahora ir a decirle a Sacchi: "Eras un loco y un pesado prohibiéndonos reír y bromear durante las comidas". Es difícil contestar a una idea ganadora.
P. Ha tenido entrenadores muy diferentes. Desde fuera, ¿cómo ve a José Mourinho y Pep Guardiola?
R. A Guardiola le veo como una persona que conduce de forma muy inteligente un equipo construido sobre la tradición. Le conocí, me cae bien, es simpático, educado. Si tengo que elegir entre los dos, me quedo con él. Pero me doy cuenta de que Guardiola conduce un coche quizá construido por otros. Mourinho, en cambio, de la nada construye equipos fantásticos. Es un ganador nato, más que Guardiola.
P. Hablando de tradición, ¿se ha perdido en el Milan?
R. Sí. Con el adiós de Maldini se ha perdido una manera de pensar. Nosotros formábamos parte de un grupo de italianos nacidos 20 años antes. Había una forma de pensar. Ciertas formas de comportarse eran una obligación, se cuidaban. Ahora, con la llegada de los brasileños, no tanto. Es todo un poco más simple.
P. ¿A qué se refiere?
R. Teníamos un horario que respetar. Si te pillaban en una discoteca a las tres de la madrugada, te quitaban la prima de la Liga. Lo tuve que hacer una vez. Le quité una parte de dinero a un compañero en la temporada 1999-2000, cuando ganamos la Liga. Me enteré de que se había ido de marcha.
P. ¿Por qué ya no hay jugadores bandera?
R. Maldini, Baresi y yo éramos de Milán. Era fácil quedarse en el equipo de tu ciudad, máxime si es el mejor del mundo. Más que los colores, sentíamos la familia. Por familia entiendo el club, el equipo, todo.
En fín, aquel fue un gran Milan, yo me hice de ese equipo de pequeño y todavía me exaspero viendole jugar ahora. El Milan es el mejor club junto con el F.C Barcelona de los últimos 30 años. En la Historia del mejor deporte del mundo solo un equipo es más grande que el equipo rossonero, el Real Madrid. Por eso cuando los Ibrahimovich, Ronaldinho, Robinho, Pato... veo que no le pegan un palo al agua, me tomo una aspirina para el dolor de cabeza y me pongo a ver a aquellos caballeros.
A ver que hacen contra el Madrid luego.
Un diario tiene muchas hojas, millones de palabras , un montón de historias, sentimientos de todo tipo pero sobre todo miles de agradecimientos.
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