El otro día me sentaba con un amigo y una cerveza a charlar. Evidentemente acabamos rajando del trabajo. Yo le dije que no había que quejarse. En primer lugar, porque evidentemente tal y como estaban las cosas, solo por el hecho de ir todos los días a desempeñar una labor era de por si ya algo bueno, y en segundo lugar, porque de la gente que tenía la suerte de trabajar, seguro que muchos de ellos serián peores trabajos.
He encontrado esto y se la he mandado.

Me ha contestado que el lunes, sin falta, se reconcilia con el jefe.
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