Fast & Furious 5. Poligoneros con clase.

Llegaba a finales de abril una saga que tras tantas sobadas ha pasado de ser un homenaje a las carreras ilegales a la película refencia de los macarras del polígono. Metes en una coctelera adoradores del palo de los gimnasios, acción a veces mal entendida, actores cuyo mayor estímulo es ganar un coche, robos, gasolina, reggaeton, minifaldas, putillas de barrio, chonis del centro de la ciudad, las cámaras moviéndose por todos los lados aunque no sepan a donde y como toque esa idea de los productores de Hollywood de "¿y por qué no?" (aunque sea una locura); y te sale un Fast & Furious. Quizás la 4.

La última, la 5 tiene cosas aprovechables. No esperéis nada del otro mundo, sí acción y reminiscencias a otras pelis del género. Recuerda esta última entrega a cosas de Ocean´s Eleven y cuando la veáis recordaréis por qué, sin tanta clase ni buenas interpretaciones por supuesto; a cosas de Takers incluído Paul Walker y a cosas del Fast de siempre. Carreras, a pesar de que echo de menos alguna más, gasolina, peleas y chavalas con faldas cortas. Aparece Elsa Pataki por allí y no desentona en toda la película, cosa poco complicada. Es la única vez que viendo al mito erótico español no he sentido vergüenza ajena.

La película cumple con el tema del entretenimiento, la podéis ir a ver, si sois gente joven, si no siéndolo vais mucho al cine y si os gustan los coches tanto o más que a los protagonistas. Si no vais nunca, no. Vamos que no llevéis a vuestros padres ni a una chica si es la primera vez que vais con ella al cine y esperáis que haya tema.

Vin Diesel, el hermano mayor de Pepe, el central del Real Madrid, vuelve a recuperar el protagonismo junto con Paul Walker. Un actor que se está especializando en este tipo de películas. No tiene un excesivo talento interpretativo pero gusta a la cámara. Y a las mujeres. Normal, con una camiseta y barba de tres días esta "muy bueno". A un servidor no le parece mal, el chaval no pretende ser Marlon Brando y sabe que lo suyo son las pelis de acción. En Takers hace buen papel.



Lo peor de la película fue la compañía. El cine estaba lleno de poligoneros, camisetas de tirantes encima de músculos de mentira, de pendientes horteras y zapatillas de deporte. Alguna chavala con tacones y falda de ejecutiva acompañaba a su novio con pantalón corto y zapatillas. El sonido de las palomitas y las risas era más alto que el del dolby soround, además de que el cine se estremecía con cada una de las minifaldas que salían.

Los poligoneros quedan bien en la peli, a pesar de que los protas son de todo menos eso, cuando se colocan a tu lado, es un coñazo.

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