
Es tan complicado sentarse en este estudio para contarte un ascenso como lo fue el año pasado contarte un descenso. Quizás será por la resaca, quizás por el cúmulo de emociones , quizás por lo complicado o simplemente porque el ser humano es tan limitado que le es imposible contar lo que se vivió el sábado en Zaragoza.
Que tu equipo ascienda es una alegría que se recuerda toda la vida, pero que lo haga después de haber pasado todas las dificultades que ha tenido este año el Zaragoza es directamente proporcional a la alegría que usted vio y vivió hace dos días.
Les voy a decir lo mismo que les dije hace tiempo, disfrútenlo, disfrútenlo como si de ello dependiera su vida, porque de ello depende. Depende de que su corazón de seguidor del equipo se recupere, que vuelva a ilusionarse, que vuelva a creer en el fútbol, que vuelva a ser feliz. Y si usted fue de los que el año pasado lloró, no se lo aconsejo, se lo exijo. Porque se lo merece y porque ser del Madrid o del Barça, significa que siempre tienes margen para el error, pero no serlo significa que las cosas se deben de hacer bien siempre porque no habrá durante el verano 300 millones de euros esperándote para arreglar el desaguisado de una temporada. Por eso ser del Zaragoza y subir significa el doble de cosas, el doble de sensaciones, el doble de mérito o el triple o el cuádruple que lo que ocurre con las grandes potencias.
Si todavía hoy usted tiene ganas de llorar, llore y no permita que nadie le diga como tiene que vivir una emoción o un sentimiento. No permita que nadie le diga de que manera tiene que sentir lo que significa ver de nuevo a su equipo en primera división. No permita que le digan que se ha emocinado demasiado, que no es para tanto o que era una obligación este ascenso porque mientras no se demuestre lo contrario el fútbol es un sentimiento, como el Zaragoza, y cada uno los vive como quiere.
Enhorabuena a todo el mundo
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