Un diario tiene muchas hojas, millones de palabras , un montón de historias, sentimientos de todo tipo pero sobre todo miles de agradecimientos.

miércoles, 6 de octubre de 2010

Segundas partes, siempre fueron buenas

Como esto va últimamente de historias de superación hay una que desde luego encarna perfectamente ese término, además de ese ideal americano, entre otras cosas porque su protagonista lo es, que dice que América es la tierra de las oportunidades.

Hace unos años en la liga de football americano, la NFL, apareció un jugador insólito. Era un portento y además reunía calidad, condición física y talento, todo en un solo jugador. Este deporte lo juegan más de 50 jugadores por equipo. Once que atacan, once que defienden, once a los que se les llama equipos especiales (que son a los que veis recoger el balón que viene del aire después de una patada y se ponen a correr todo el campo hasta anotar un touchdown), los suplentes... una barbaridad vamos. Cada vez que se ataca o se defiende cambian. Por eso si nunca habéis visto un partido de Football os sorprenderá lo lento que va (seguro que lo compararéis con el fútbol de aquí, soccer allí) y que no entendéis nada de nada. El football es un deporte de instantes, de segundos, de momentos breves.

A lo que vamos, dentro de esa cantidad de jugadores que conforman los equipos hay unos que sin duda, son los más valorados (siempre que su equipo gana suelen ser los MVP), los más reconocidos (tanto por la crítica como por los aficionados, de hecho sus camisetas son las más vendidas) y los que más cobran (verdaderas millonadas, algunos por encima de los 20 millones de euros por temporada), son los QUARTERBACKS. Para que nos entendamos, son los que reciben la pelota y hacen un pase con la mano para que un tío lo reciba y se ponga a correr.

Los Quarterbacks (QB) son la cabeza del mister en el campo, tienen hasta 200 jugadas en la cabeza o en el brazo apuntadas, son el alma del equipo, los jugadores franquicia del club y el ejemplo de muchos jóvenes que sueñan ser como ellos el día de mañana.

Hace unos años, un joven negro aparecía en la NFL dispuesto a triunfar. Era uno de estos QB aunque corría como un Runningback (RB), uno de esos que veis que en cuanto reciben la pelota parece que lleven guindillas en el trasero. Era magia. Un espectáculo.

Tuvo años de fotos, portadas en cualquier revista especializada o periódico de deportes, de críticos elevándolo a lo más alto y de críticos criticándolo por todo (no sabía "leer" los partidos, se precipitaba en los pases...), fama, popularidad, elegido siempre entre los mejores y cobrando como lo que era: uno de los grandes. Era un jugador llamado a hacer historia.

Pues bien, un buen día, todo esto hizo OFF. Michael Vick decidió no tomarse muy en serio el problema que tenía con las apuestas, en concreto con las apuestas de peleas de perros. Ilegales claro. Cuando lo trincaron, el fútbol americano se colapsó, él se declaró culpable y...acabó en la carcel. Sí, como una persona normal. Ni los mejores abogados le salvaron. Cumplió dos años en Chirona como todo hijo de vecino. Imaginaros a CR7 condenado a estar en una prisión dos años. En un instante, como el deporte que tanto amaba, se había quedado sin fama, debiendo miles de millones de dólares, sin poder jugar y entre rejas. Todo se había ido al garete.

A Michael Vick, un buen día la puerta de la carcel se le abrió y nuestro protagonista debió de pensar: "¿Qué hago ahora?" . Solo, arruinado, con antecedentes penales, bajo de forma (se puede decir que era un jugador retirado), repudiado por el público y olvidado por sus fans. Ese era el nuevo Vick.

Decidió que volvería a donde comenzó todo. Volvería a hacer lo que mejor sabía hacer: jugar a football. Claro que para eso le tenían que dar una oportunidad en algún equipo, y cartel no tenía. Ni tiempo. Había que pagar un montón de deudas. Pero esa segunda oportunidad llegó (como nos ocurre a todos en la vida), a regañadientes eso sí, y con el sobreaviso del comisario de la NFL de que si volvía a armar un escándalo, aunque fuese decir un taco, se podía preparar. Sería suspendido para siempre. Él asumió el reto este verano.

Esperó su oportunidad. En Septiembre (mes en el que empieza la liga) era el suplente de Kolb pero en el segundo partido de su equipo, el QB titular se lesionó y el entrenador le dijo a M.Vick que le tocaba dirigir al equipo. En ese instante, la gente se levantó de sus asientos y se puso a ovacionarlo.

Si os digo la verdad, no creo que fuera porque volvía un jugador mágico, que también, sino porque volvía alguien que había decidido salir adelante en la vida. Imagino que dentro de ese casco, caería alguna lágrima. Tanto esfuerzo había merecido la pena.



Michael es hoy otro jugador y me imagino que otra persona. Tiene que demostrar todos los días en el campo que ha vuelto a ser el que era. Y también cada día, cada minuto, cada instante, en su vida diaria que es un hombre nuevo. Ahora el portarse ejemplarmente no solo alcanza al estadio de los Philadelphia Eagles, también a su casa cuando le toca sacar la basura.

Este es el nuevo Michael Vick. Por eso quería presentároslo hoy.


PD: Efectivamente, me gusta bastante el football americano. Y no, no penséis que soy un puto friki.

Esto no es la película "The Blind Side", pero como si lo fuera. Película que por cierto os recomiendo.

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