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sábado, 11 de junio de 2011

Mujer prevenida vale por dos (tetas)

Dice el refranero español que “mujer prevenida vale por dos”, por aquello de estar atenta a todo lo malo que pueda venir, para lo bueno se ve que no hace falta estar prevenido. El caso es que Sarah Burge, que así se llama nuestra heroína, le ha comprado a su niña de 7 años unos pechos, para ser más exacto, le ha extendido un cheque pagándole una operación de aumento de senos. Por motivos legales, la niña no se los puede poner hasta los 16. Y no será por ganas: “no puedo esperar para verme como mamá con esos pechos grandes. Son preciosos”, dijo.



La madre coraje ha explicado la razón:“Poppy me pidió unos pechos, así que le he dado un vale que lo puede canjear a partir de los 16 años, cuando sea legal. Si al final tiene unos pechos grandes naturales, ya no será necesario”. No os paséis. Se puede advertir en sus palabras que es una medida preventiva, como la intervención de G.Bush en Irak. La razón de éste era buscar armas de destrucción masiva, la de la madre hacia su hija es ponérselas. Estoy seguro que si a los 16 Poppy tiene dos melocotones como senos, cosa muy normal a esa edad, los injertos serán de un volumen mucho mayor de lo que el buen gusto pueda soportar. Acabarán siendo dos Yolas que ejercerán la destrucción masiva entre los hombres que se imaginen palpándolas.

De casta le viene al galgo dice otro refrán, la madre Sarah, se ha gastado 800.000 dólares en operaciones y sus hijas mayores de 17 y 25 se ponen botox como el que abre la nevera y se come un yogurt. Le ha salido competencia, pues, a Barbie, la muñeca llena de lujos que induce a la anorexia (le acusaron de ello). La gente en Inglaterra se ha llevado las manos a la cabeza, puritanos siempre de la manera más hipócrita en que lo son los anglosajones con estas cosas, sin saber muy bien por qué. Al final, cada sociedad acaba generando los ciudadanos que cultiva a diario con su educación, sus progenitores, sus costumbres, su televisión, Internet y las redes sociales…a riesgo y ventura, claro esta de que salgan monstruos, me refiero desde el punto de vista más sociológico, y también en el estético por qué no decirlo. No creo que en la Inglaterra, ni en la Europa, de los años 40 y 50 (¡aquellos abuelos de la guerra!), existiera una sola madre capaz de pensar en ponerle a su hija ornamentación para hacerle el escote más grande.

Lo más probable es que estuviera pensando en pagarle lo que hiciera falta, con tal de rellenarle la cabeza de cuantas más y mejores cosas pudiera, mejor. Una escuela, una carrera, unos estudios. Algo con lo que salir de casa con la cabeza alta para enfrentarse y ganarte la vida.

Porque Sarah le alecciona a Poppy de lo que sabe, como todas las madres, y es que enseñar sus cocos es más rápido y le abrirá más puertas que enseñar lo que tiene dentro del coco.

-www.twitter.com/FranEcheve

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