La llegada del mes de Noviembre significa un montón de cosas, por ejemplo que en Zaragoza hay que sacar los abrigos más gordos, que se empieza a quedar en las casas de los amigos los fines de semana y que en principio a tu equipo debes de ir reconociéndolo, futbolísticamente hablando claro está. Pero si algo supone el mes de Noviembre y más todavía las fechas en las que nos encontramos es que la rueda en la que giramos todos comienza a detenerse paulatinamente, hasta que llega Navidad y se para totalmente. Y es que a mi me ha dado la sensación siempre que a partir del tercer fin de semana de Diciembre todos vamos un poco más despacio. Por las fechas y en concreto por su importancia. Son las fechas de la familia, de los propósitos, de la gente a la que quieres, de plantearte las cosas de nuevo y de hacerte la firme promesa que este año vas a ser un poquito más feliz que el anterior.
Pero de eso te das cuenta cuando estás en aquellos días, antes no. Y es una pena. Antes aparecen semanas llenas de noticias y acontecimientos como esta y el G-20, Hannah Jones, Obama, Alonso y Renault, la Rudi, el fútbol, la crisis del Madrid, la crisis económica, el libro de Cassano, De Juana Chaos, las divinas, Ana Rosa y María Teresa, entrevistándose, la Duquesa en Roma, los 350.000 euros a Julián Muñoz, los sillones de Belloch o el mal juego del Zaragoza… Todo son noticias, noticias que se consumen al instante sin ninguna intención de ser reflexionadas ni por los que las dan ni por los que las reciben. La gente ha acabado informándose como vive: deprisa y mal. Todo va rápido, nuestras vidas, nuestro trabajo, nuestros sueños, nuestros pensamientos, la tele, la gente en la calle, los coches, el bus, la radio, y lo peor de todo, nuestra conciencia. Todo hay que llenarlo aunque sea solo de ruido. No se puede parar, permanecer en silencio, oir a tu alrededor, mirarte, escuchar. Nuestro yo nos habla, pero no le hacemos caso. Vamos demasiado deprisa. Por eso y porque este tiempo que me das es un doble lujo, primero por dármelo y segundo por dejarme decir lo que quiera y sin tapujos, quiero regalarnos algo. 30 segundos de silencio, de no decir nada, de estar a solas, de pensar a donde vamos. Tú Jose Antonio, yo y usted que nos está escuchando, respiremos hondo, dejemos la mente en blanco y cerremos los ojos. Es nuestro tiempo. El resto como diría el príncipe Hamlet…es silencio…
Estoy seguro que os habrá parecido poco… o mucho. Han sido solo 30 segundos, medio minuto, que a lo mejor haya sido el único rato en todo el día, tal vez en la última semana, quien sabe si en el último mes o, peor aun, en todo el año, en que nos hemos parado escucharnos. Si ha sido así, en algo estamos fallando. En pensar, entre otras muchas cosas, qeu este Zaragoza va mejorando piano piano. Al final la clave está, como diría el príncipe danés en ser o no ser.
Y es que esa es la cuestión.
Hasta la semana que viene
1 comentario:
Me gustó oirte la otra tarde, y me ha gustado leerte hoy. Me gustó saber que tú también eres de los que piensas que la Vida vale la pena cuando se vive intensamente cada instante que nunca vuelve, cada encuentro, cada segundo en un segundo... Me gustó saber que tú sabes que, como dices, "Todo va rápido, y lo peor de todo, nuestra conciencia. Todo hay que llenarlo aunque sea solo de ruido." Yo recuerdo que una vez vacié todo, casi hasta la conciencia, y lo puse a cámara lenta, muy lenta. Desde aquello la vida, mi vida, tiene otros matices... Aunque ahora me sigo equivocando y llenando de ruido.
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