Pues no. No me apetece hablar hoy de deporte, todavía menos de fútbol y que ni me nombren las palabras Real Zaragoza. Vaya imagen, vaya partido y vaya vergüenza. Ver jugar a este equipo debe ser perjudicial para la salud, estoy seguro. El equipo transmite menos que Leonardo Dantes en un escenario o que Pedro Solves dando soluciones a la crisis. La mayoría de la gente no sabe ni lo que canta uno, ni de lo que habla el otro. Lo mismo pasa con el Zaragoza, que nadie entiende a lo que juega. Que ¿qué es transmitir? Pues lo que hace Rafa Nadal, Michael Phelps, Usain Bolt, la selección española de fútbol, o la de baloncesto, el barça, Maradona, o si no quieres deportistas tan excelsos te nombraré al Madrid de Capello que ganó la Liga, o al Zaragoza que le ganó la final al Madrid de los galácticos. Jugaban un pimiento pero te identificabas con ellos. Los anteriores con verles sobre la pista ya te ponen. Ver a este equipo es como ver una película de los hermano Marx, que no entiendes nunca nada de lo que pasa y al final siempre acabas llorando, lo que ocurre es que en un caso es por tristeza y en el otro de risa.
Hoy sí Jose Antonio, estoy cabreado, porque ver a un futbolista del nivel de los que tenemos y observar que al ir a controlar el balón le pasa por debajo del pie es para morirse. Lo que no sé si de risa o de tristeza. A este paso algún día acabaremos tropezándonos con las líneas del campo.
Pero después de la tormenta viene la calma y también te digo que por estas razones nos gusta tanto este deporte. Un día le leí a Eduardo Galeano en su libro el Futbol a Sol y Sombra reflexionar sobre en qué se parecía el fútbol a Dios. En la devoción- contestaba- que le tienen muchos creyentes y en la desconfianza que le tienen muchos intelectuales. Eso afortunadamente cambió poco a poco y ahora cualquiera disfruta o sufre viendo a su país ganar. Se llama sentimiento. Otros lo llaman transmitir.
Por eso te digo, Jose Antonio, que el domingo que viene volveré estar en La Romareda. Cual masoca. ¿La razón? Que el lunes que viene querré contarte algo y sobre todo, que como a todos los amores en esta vida, los malos momentos son los que hacen que los quieras de verdad.
Hasta la semana que viene
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